La perversión de la democracia americana | 02-25-2020 | Noticias

Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
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Las conductas aberrantes de Bernie Sanders y de Mike Bloomberg constituyen una perversión de la democracia americana que la pone en peligro de extinción.

Siempre he dicho que la democracia no es una medicina que cure todos los males de la convivencia civilizada. Pero la democracia es el único antídoto contra la arrogancia y la avaricia de políticos que se consideran providenciales y se perpetúan en el poder por medio de la tiranía. En esto tengo la gran tranquilidad de encontrarme en la ilustre compañía de Winston Churchill y de James Madison. Con su característica ironía, Churchill manifestó: "La democracia es el peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los sistemas políticos restantes." Y el 6 de febrero de 1788, en el número 51 de El Federalista, James Madison escribió una frase memorable: “Si los hombres fueran ángeles, el Estado no sería necesario. Si los ángeles gobernaran a los hombres, ningún control al Estado, externo o interno, sería necesario.”

Las conductas aberrantes de Bernie Sanders y de Mike Bloomberg constituyen una perversión de la democracia americana que la pone en peligro de extinción. Baso mi argumento en el hecho de que Sanders está utilizando la libertad de expresión y las instituciones políticas de la democracia para preparar las condiciones que le permitan establecer un estado totalitario como los de sus admirados regímenes en Rusia, China, Cuba y Venezuela. Su admiración es tal que Bernie escogió a Rusia como destino para pasar su luna de miel. Además, ha declarado que los sistemas de salud y de educación de la tiranía castrista son los más justos y eficientes del mundo.

Bloomberg, por su parte, ha decidido pasar por encima de los procedimientos fastidiosos de postulación, primarias y debates de las campañas políticas democráticas en su aspiración a la presidencia de los Estados Unidos. Su arrogancia le dice que con un capital 17 veces el de Donald Trump puede permitirse el lujo de comprar los votos de las primarias presidenciales. Y más importante todavía, comprar a los funcionarios que determinan las reglas para la postulación presidencial dentro del Partido Demócrata. Y prueba al canto, Tom Perez, Presidente del Comité Nacional Demócrata, se negó a cambiar las reglas que permitieran a Cory Booker y Julián Castro participar en los debates, pero las cambió ahora para que Bloomberg participara en el último debate de los candidatos demócratas a la presidencia en el estado de Nevada.

En el momento de escribir estas líneas quedan en pie seis aspirantes a la postulación presidencial por el Partido Demócrata: Bernie Sanders, Mike Bloomberg, Pete Buttigieg, Amy Klobuchar, Joe Biden y Elizabeth Warren. Pero a todos los efectos prácticos, estoy convencido de que los únicos con probabilidades de ser postulados por el partido son Sanders y Bloomberg. El primero porque dispone de una sólida base política y el segundo porque tiene una gigantesca cuenta bancaria y está dispuesto a gastarla. Los cuatro restantes, sin base política y sin dinero para una larga contienda, serán ahogados por el tsunami de Bloomberg o tragados por el terremoto de Sanders.

Hablemos primero de Bermie Sanders. Este parásito es una genuina criatura del pantano porque jamás se ha ganado la vida sirviendo a sus conciudadanos sino sirviéndose a sí mismo. Antes de ser elegido Senador en 2006 fue durante 16 años miembros de la Cámara de Representantes. Fue reelecto al Senado en 2012 y 2018 para un período que terminará en 2024.

Un total de 34 años viviendo del cuento y sin patrocinar ley alguna que beneficie a sus conciudadanos. Su miserable récord son dos leyes anodinas nombrando estaciones de correo. Eso sí, Bernie ha tenido el buen cuidado de promover los intereses de Bernie. Ha publicado media docena de libelos que le han acarreado una fortuna de dos millones y medio de dólares. Un millonario que se lamenta de la miseria de los demás pero no comparte su riqueza con nadie. Otro parecido más con sus ídolos rusos, cubanos y venezolanos.

¿Cómo es posible entonces que Sanders cuente con tantos seguidores incondicionales? Muy simple. Porque promete un ficticio paraíso donde el gobierno regala beneficios a cambio de controlar la conducta de los ciudadanos. Sanders es una especie de flautista de Hamelín seguido por jóvenes ignorantes formados en universidades controladas por diletantes de izquierda. Jóvenes que no sufrieron la "guerra fría" ni fueron testigos del derrumbamiento del edificio carcomido de la Unión Soviética. Gente que no tiene el menor reparo en cambiar libertad por seguridad y terminan sin libertad y sin seguridad.

Su descabellado programa de gobierno promete, entre otras cosas, seguro de salud gratuito, educación gratuita y perdón de la deuda a los estudiantes ya graduados. Estipula asimismo como prioridad de su gobierno la confiscación de las armas de fuego, el aumento de impuestos y la implementación de fronteras abiertas. Y promete implantar un indefinido Nuevo Trato Verde que acabaría con los aviones, los automóviles y hasta con las vacas.

Un giro de 180 grados que echaría por el suelo los progresos logrados durante el gobierno de Donald Trump. Esta alucinación costaría, según el Centro de Política Fiscal, (Tax Policy Center) la galáctica suma de 19 Millones de Millones ($19 trillion). Pero, ¿quien ha visto que los fanáticos se dejen intimidar por las cifras, los hechos y las estadísticas? Y Sanders es un fanático seguido por centenares de millares de fanáticos que han llegado incluso a amenazar con recurrir a la violencia si la convención niega la postulación a su candidato tal como lo hizo en 2016 instigada por Hillary Clinton.

Veamos ahora las razones de Mike Bloomberg para someterse al maltrato que sufrió durante el último debate demócrata. La primera es el desconcierto, la incertidumbre y la mediocridad de los actuales candidatos demócratas a la presidencia. La segunda es que el actual residente de la Casa Blanca sea un multimillonario que nunca había participado anteriormente en política. "Si Donald Trump lo hizo yo también puedo hacerlo", se debe de haber dicho a sí mismo Mike Bloomberg. Pero, si lo hizo, se equivocó de medio a medio.

El error de Bloomberg es querer duplicar la hazaña del presidente. Donald Trump es presidente por sus capacidades histriónicas y su seguridad en sí mismo, no por su dinero. Trump no compró la presidencia, se la gano a base de trabajo, olfato político y carisma. Cualidades que no tiene Mike Bloomberg.

La prueba de lo que digo la tenemos a la vista. Hillary Clinton dilapidó 1,200 millones y no ganó, mientras Trump la derrotó gastando solamente 600 millones. Bloomberg, mientras tanto, ha gastado 500 millones en publicidad sin siquiera haber sido postulado. Ante su falta de atributos políticos, Bloomberg ha decidido comprar la presidencia de los Estados Unidos. Y, si llegara a lograrlo, habría cometido una deplorable perversión de la democracia americana.

Bloomberg tiene por otra parte una crisis de identidad y otra de credibilidad que ha tratado de superar pidiendo perdón por sus supuestos errores. En el curso de su vida política Bloomberg ha sido lo que los cubanos llamamos un "cambia casaca". Ha sido republicano, independiente y finalmente demócrata. Lo que en realidad demuestra que, para Bloomberg, el único partido al que profesa fidelidad es el Partido de Bloomberg. La conducta típica de un billonario con una vanidad reventona y un sentido inflado de su utilidad al mundo.

Pero lo peor que ha hecho Bloomberg es pedir perdón por la política más exitosa de sus tiempos como alcalde de Nueva York. Cuando Bloomberg sucedió a Rudy Giuliani en la alcaldía, decidió continuar una política de lucha contra el crimen conocida como "stop-and-frisk" ( detener, cuestionar y registrar). La política fue tan exitosa que los 2000 asesinatos cometidos en 1990 se redujeron a menos de 500 veinte años después. Pero cuando los negros y los hispanos se quejaron de que el procedimiento era racista porque se aplicaba principalmente a ellos, Bloomberg decidió pedirles perdón.

Este camaleón también se las ha arreglado para insultar al mismo tiempo a los agricultores que viven en los estados centrales del país y a las mujeres de los suburbios urbanos que protagonizaron la victoria demócrata en las parciales de 2018. De los agricultores dijo en la Universidad de Oxford, en Inglaterra, que no se necesitaba mucha "materia gris" en el cerebro para cultivar la tierra. Y en cuanto a las mujeres, tapó las bocas de quienes lo acusaban de acoso sexual con dinero y acuerdos de privacidad. Estos dos errores podrían ser tan perjudiciales a su campaña como la afirmación de Hillary Clinton de que los seguidores de Trump eran gente "deplorable".

La confrontación de estos dos personajes ha dejado al Partido Demócrata sin una opción viable para recuperar la Casa Blanca. Tiene que optar entre el burro famélico de Sanders y el burro errático de Bloomberg. Ambos podrían ser rechazados por una ciudadanía cansada de la retórica del apocalipsis demócrata.